Ya he empezado las clases. Me he incorporado con dos semanas de retraso pero justificadamente, estaba disfrutando de la vida, tomando el sol, pasándolo en grande....quiero decir, estaba en una conferencia (esta es la versión oficial).
El lunes no hubo clase porque era el día de Martin Luther King, así que empecé las clases el martes. Después del reencuentro con mis compañeros y la tan innecesaria pero a la vez inevitable cara de envidia (yo les entiendo, me sentiría igual), en parte por el tono morenito que luzco estos días, me he metido de lleno de nuevo en las tareas que como buen estudiante me tocan, principalmente ponerme al día. Este cuatrimestre tengo una asignatura sobre programación y electrónica, otra principalmente conceptual que se basará en que diferentes personas de la universidad nos darán charlas sobre sus líneas de investigación, y otra sobre iluminación, esta última me parece que va a ser la más divertida. La de iluminación no tiene nada que ver con mi tesis pero al menos voy a hacer unos cuantos ejercicios plásticos, lo cual ya voy necesitando porque tanto conceptualismo y tanta electrónica me tenían ya un poco aburrido.
Desde que llegué no ha dejado de llover, un par de noches ha habido tormentas y como la casa es de madera parece que se va a volar conmigo dentro. A mi como me gusta ver el lado positivo de las cosas pues agradezco que llueva (un poco) porque así puedo usar una cazadora que me regaló Laura estas navidades, un paraguas que compramos en Hawaii el primer día que llovía, y unas botas que me traje y que pensé que no debería haberlas traído.
Os dejo esta imagen del campus mojado en un momento en el que parecía que el sol iba a salir, al final no fue así.
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